Lo que sigue es más que una historia; es una crónica de terror, sufrimiento y triunfo, basada en hechos reales, que tocará el alma y resonará en el corazón de cada lector. Narra la experiencia desgarradora de Sole, una joven madre inocente, atrapada en una pesadilla de acusaciones falsas y violencia inimaginable dentro de las sombrías paredes de la prisión.
Prólogo Advertencia: Lo que estás a punto de leer es una crónica basada en hechos reales. Los nombres y lugares los he modificado ligeramente para proteger la identidad de las personas involucradas. Sin embargo, lo que se vive en esa cárcel, bajo el control despiadado del Servicio Penitenciario Argentino (SPA), es una historia que debe ser contada. En un claustrofóbico 22 de octubre de 2017, mientras las elecciones legislativas en Argentina capturaban la atención del país, yo, conocido como "el negrito", me veía atrapado en un siniestro laberinto de opresión y corrupción. Me atreví a desafiar las órdenes ilegales impuestas por los guardianes de la prisión. Me negué rotundamente a pagar el 50% de las ganancias de Levité al SPA. Esa negativa me llevó a un destino aún más sombrío: los temidos "buzones", una forma brutal de castigo utilizada por el sistema para aplastar la rebeldía de las presas y presos. Bajo la mirada vigilante de un director despiadado, la cárcel se convirtió en un infierno donde la oscuridad y la perversidad se entrelazaban sin piedad. El SPA se encargaba de doblegar a quienes se atrevían a desafiar su autoridad, utilizando métodos inhumanos y crueles. En esta crónica, basada en hechos reales, te invito a descubrir juntos la verdadera naturaleza de la crueldad del SPA y los peligros que acechan en cada rincón de esta cárcel. Prepárate para enfrentarte a la oscuridad y el suspenso, y para conocer el verdadero significado del miedo en un mundo donde la lucha por la supervivencia y la búsqueda de la justicia se entrelazan en un torbellino de desesperación.
Prólogo Advertencia: Lo que estás a punto de leer es una crónica basada en hechos reales. Los nombres y lugares los he modificado ligeramente para proteger la identidad de las personas involucradas. Sin embargo, lo que se vive en esa cárcel, bajo el control despiadado del Servicio Penitenciario Argentino (SPA), es una historia que debe ser contada. En un claustrofóbico 22 de octubre de 2017, mientras las elecciones legislativas en Argentina capturaban la atención del país, yo, conocido como "el negrito", me veía atrapado en un siniestro laberinto de opresión y corrupción. Me atreví a desafiar las órdenes ilegales impuestas por los guardianes de la prisión. Me negué rotundamente a pagar el 50% de las ganancias de Levité al SPA. Esa negativa me llevó a un destino aún más sombrío: los temidos "buzones", una forma brutal de castigo utilizada por el sistema para aplastar la rebeldía de las presas y presos. Bajo la mirada vigilante de un director despiadado, la cárcel se convirtió en un infierno donde la oscuridad y la perversidad se entrelazaban sin piedad. El SPA se encargaba de doblegar a quienes se atrevían a desafiar su autoridad, utilizando métodos inhumanos y crueles. En esta crónica, basada en hechos reales, te invito a descubrir juntos la verdadera naturaleza de la crueldad del SPA y los peligros que acechan en cada rincón de esta cárcel. Prepárate para enfrentarte a la oscuridad y el suspenso, y para conocer el verdadero significado del miedo en un mundo donde la lucha por la supervivencia y la búsqueda de la justicia se entrelazan en un torbellino de desesperación.
MORALES DE ORDUÑA Morales de Orduña es un hombre que se deleita en el poder que ejerce sobre aquellos que se encuentran bajo su dominio. Para él, la cárcel es su reino, donde las reglas son dictadas por su voluntad implacable. Sabe que puede hacer y deshacer a su antojo, sin temor a las consecuencias. En su mente retorcida, la crueldad y la opresión son herramientas necesarias para mantener el orden en la prisión. Se complace en el sufrimiento de los reclusos, encontrando satisfacción en cada acto de violencia y tortura que impone. Su sed de control y su sed de poder son insaciables. Morales de Orduña no es ajeno a la corrupción. Aunque se supone que su deber es proteger y administrar la justicia, ha entablado relaciones turbias con ciertos funcionarios e incluso con los torturadores más despiadados. Su alianza con aquellos que deberían ser sus enemigos demuestra su verdadero carácter y su disposición a traicionar a quienes debería proteger. En los oscuros rincones de su mente, Morales de Orduña se regocija con su dominio sobre los presos, viéndolos como meras piezas en su macabro juego de poder. No le importa la humanidad que yace detrás de cada reo, solo ve carne y huesos a los que puede aplastar con su voluntad. La cárcel de Barton se convierte así en el escenario perfecto para sus perversiones y abusos. Bajo su régimen, el miedo y la opresión se vuelven el pan de cada día, mientras la esperanza se desvanece en la oscuridad. Morales de Orduña es el carcelero en jefe de esta pesadilla, un tirano que encuentra placer en la miseria de aquellos que han caído en sus garras. En la cárcel de Barton, su sombra se extiende sobre todos, recordándoles que están atrapados en un infierno del que no hay escapatoria. Compartí...
Prólogo Advertencia: Lo que estás a punto de leer es una crónica basada en hechos reales. Los nombres y lugares los he modificado ligeramente para proteger la identidad de las personas involucradas. Sin embargo, lo que se vive en esa cárcel, bajo el control despiadado del Servicio Penitenciario Argentino (SPA), es una historia que debe ser contada. En un claustrofóbico 22 de octubre de 2017, mientras las elecciones legislativas en Argentina capturaban la atención del país, yo, conocido como "el negrito", me veía atrapado en un siniestro laberinto de opresión y corrupción. Me atreví a desafiar las órdenes ilegales impuestas por los guardianes de la prisión. Me negué rotundamente a pagar el 50% de las ganancias de Levité al SPA. Esa negativa me llevó a un destino aún más sombrío: los temidos "buzones", una forma brutal de castigo utilizada por el sistema para aplastar la rebeldía de las presas y presos. Bajo la mirada vigilante de un director despiadado, la cárcel se convirtió en un infierno donde la oscuridad y la perversidad se entrelazaban sin piedad. El SPA se encargaba de doblegar a quienes se atrevían a desafiar su autoridad, utilizando métodos inhumanos y crueles. En esta crónica, basada en hechos reales, te invito a descubrir juntos la verdadera naturaleza de la crueldad del SPA y los peligros que acechan en cada rincón de esta cárcel. Prepárate para enfrentarte a la oscuridad y el suspenso, y para conocer el verdadero significado del miedo en un mundo donde la lucha por la supervivencia y la búsqueda de la justicia se entrelazan en un torbellino de desesperación.
Había una vez en Liberté, en las afueras de una ciudad lejana en los confines del planeta, un lugar lleno de esperanza y sueños, donde las personas privadas de la libertad encontraron un refugio para su transformación. En medio de ese entorno, nació una historia maravillosa: la historia de nuestra querida biblioteca. Todo comenzó con un gesto generoso de Luis Becedillas, quien donó los primeros libros. Eran libros adventistas que encontraron su lugar en un pequeño estante. Pero pronto nos dimos cuenta de que necesitábamos más. La biblioteca del penal no siempre estaba disponible, así que decidimos crear nuestra propia biblioteca, un espacio donde el conocimiento y la imaginación pudieran florecer. Un día, una visita sorprendente llegó a Liberté. Eran los miembros del barco Logos Hope, trayendo consigo un tesoro: alrededor de 500 libros nuevos. Fue un momento de alegría y emoción, y decidimos llamar a nuestra biblioteca "Liberté Logos Hope". Con estos nuevos libros, dimos forma a nuestro sueño y comenzamos a compartirlo con todos. La noticia se extendió y algo maravilloso sucedió. La gente comenzó a donar libros, sumando su granito de arena a nuestra biblioteca. Pronto, nuestra colección creció y creció, superando los 3500 libros. Cada libro era un tesoro, una puerta a nuevos mundos y experiencias. Pero nos dimos cuenta de que no todos podían acceder a estos tesoros literarios. Algunas personas privadas de la libertad y miembros de Liberté podían disfrutar de ellos, pero queríamos llevar la magia de la lectura a todos los rincones. Así nació la idea de la biblioteca móvil, una forma de llevar los libros a cada pabellón, rompiendo barreras y compartiendo el poder de la lectura. Algunos dudaron de esta iniciativa, temiendo que los libros fueran robados y perdidos para siempre. Pero confiamos en la buena voluntad y el respeto de todos. Después de un mes, hicimos un recuento de los libros y nos llevamos una gran sorpresa: en lugar de perderlos, ¡habíamos ganado más! Los presos devolvían los libros que les llevábamos y, además, donaban aquellos que ya habían leído y que sus familias les habían traído. Fue un gesto conmovedor que demostró el verdadero valor de la lectura y la solidaridad entre nosotros. Pero la historia de nuestra biblioteca no acaba aquí. Hay más por contar, más por descubrir. Cada día, seguimos agregando libros a nuestras estanterías, alimentando el deseo de conocimiento y crecimiento de nuestra comunidad. Cada vez que alguien encuentra un libro que le inspira, un libro que le transporta a otro lugar, sabemos que estamos cumpliendo nuestro propósito. La biblioteca de Liberté no solo es un espacio físico lleno de libros, es un reflejo de nuestra determinación por construir un futuro mejor. A través de la lectura, exploramos diferentes mundos, aprendemos lecciones valiosas y nos conectamos con nuestras propias historias. Es un lugar donde las palabras cobran vida y nos llevan más allá de los muros de la prisión. Soñamos con un futuro en el que las personas privadas de la libertad, al recobrar su libertad, se conviertan en vecinxs. Para lograrlo, apostamos al trabajo, la educación y la lectura como herramientas transformadoras. Buscamos vivir nuestra experiencia tras las rejas con dignidad, exigiendo que se respeten nuestros derechos, aquellos que la justicia no nos ha quitado. En cada página que leemos, en cada palabra que compartimos, nos acercamos un poco más a ese futuro anhelado. La biblioteca de Liberté es un símbolo de nuestra lucha por la igualdad, la justicia y la inclusión. A través del acceso a la educación y el conocimiento, buscamos romper barreras y construir puentes hacia un mundo en el que todxs tengamos las mismas oportunidades. La biblioteca de Liberté es un recordatorio de la resiliencia y el deseo innato de crecer y superarse. Es una historia de esperanza y superación que nos muestra que, incluso en los lugares más oscuros, el amor por la lectura puede iluminar el camino hacia la redención. En definitiva, la historia de la biblioteca de Liberté en la cárcel de máxima seguridad de Batán es una historia real y poderosa. Es una historia de lucha, transformación y esperanza. Nos recuerda que el conocimiento y la educación pueden abrir puertas y construir puentes hacia un futuro mejor. Esta biblioteca no solo existe, sino que funciona y está autogestionada por nosotros, los presos. ¡Bienvenidxs a la biblioteca de Liberté, donde los sueños encuentran su voz y lxs presxs encuentran su camino hacia la integración!
La celda de Tato, un cuchitril de apenas dos por dos, se teñía de un dorado resplandor que se filtraba por la ventanita estrecha. Un rayo de sol, un hilo de vida que se metía y bailoteaba con las sombras, dibujando siluetas en las paredes descascaradas. El aire, que solía estar estancado y con gusto a fierro, cobraba nueva vida con ese destello de la naturaleza que se las ingeniaba para entrar. En sus manos, un cacharro de tecnología, un celular que significaba su lazo con el mundo de afuera. La pantalla brillaba, reflejando la luz del sol que entraba, y en ella, una llamada en curso. Al otro lado de la línea, lejos pero a un latido de distancia, se hallaba Ludmila, su pequeña hija de cabellos rojizos y ojos celestes, tan similares a los suyos. "Ludmila, mi sol", susurró Tato cuando finalmente la voz de su hija resonó al otro lado de la línea. "¿Cómo estás hoy?" La risa de Ludmila inundó el espacio entre ellos, como campanas alegres en un día radiante. "Estoy bien, papá", respondió con alegría. "Hoy en el colegio aprendimos una nueva canción y me fue muy bien en la prueba de matemáticas". Y así, entre barrotes y rejas, Tato y Ludmila compartieron momentos de conexión única. Sus palabras se entrelazaron como hilos dulces, creando un lazo indestructible a pesar de las barreras que los separaban. En ese instante, la prisión se desvaneció y solo quedó el amor entre un padre y su hija, compartiendo instantes llenos de luz en sus corazones. Con la calidez de la risa de Ludmila resonando en sus oídos, Tato encontró un respiro en medio de la cruda realidad de la cárcel. Aquel fugaz instante de conexión lo impulsó a aferrarse a la esperanza y a luchar por un futuro mejor, donde pudiera estar junto a su hija en libertad. En ese mundo de sueños, Tato no era solo un preso, sino un padre, escuchando a su hija compartir sus alegrías y desafíos diarios. Antonio Velázquez, conocido por todos como Tato, no siempre tuvo esa conexión con su hija. En realidad, hubo un momento en que su vida estaba llena de días oscuros, como un río de desesperanza que corría sin cesar. En esos días, Tato era otro hombre, cuya existencia se regía por la ley del más fuerte. Preso desde hace catorce años, condenado a veinticinco, Tato llegó a la cárcel de Barton siendo aún joven, con el corazón endurecido y el puño listo para pelear. Las peleas eran su lenguaje, su forma de sobrevivir en ese mundo de hierro y cemento, con reglas no escritas y justicia impartida a golpes. En el año 2018, una de esas peleas le costó un ojo. Un recuerdo imborrable de aquel entonces, una cicatriz que todos los días le recordaba la crueldad del mundo en el que vivía. Sin embargo, a pesar de su apariencia amenazante y su historial de peleas, en Tato había una ternura oculta, un amor dormido en su pecho, esperando el momento de despertar. En esos días, Tato era un hombre cerrado al mundo, incapaz de mostrar su verdadero ser, su verdadera esencia. Su única preocupación era sobrevivir, mantenerse a flote en un mar de violencia y desesperanza. Pero algo cambió en él, una transformación que comenzó con un simple objeto: un teléfono celular. Como un rayo de sol que penetra en la oscuridad, el año 2020 trajo consigo un cambio radical en la vida de Tato. En medio de la pandemia y el aislamiento, una pequeña rendija de esperanza se abrió en las cárceles de la provincia. Fue en aquel marzo incierto cuando el uso de teléfonos celulares se autorizó dentro de los muros penitenciarios, creando una conexión con el mundo exterior para los privados de libertad. Mientras las cárceles federales permanecían en silencio, en las cárceles provinciales una puerta se abría hacia un nuevo horizonte. En esa pequeña pantalla, en ese objeto tecnológico que tantas veces fue sinónimo de distancia y soledad, Tato encontró una nueva dimensión en su existencia: ser padre. El sol del atardecer teñía de colores las paredes de la prisión, cuando Tato y Ludmila estaban en su charla diaria. Al otro lado del teléfono, la voz de Ludmila, una melodía de inocencia, era como el canto de un jilguero que lograba cruzar las rejas de hierro y las paredes de cemento, para llegar al corazón de Tato. En esas tardes, el mundo de Tato se achicaba y se agrandaba al mismo tiempo, quedándose en la celda helada y estirándose hasta el conurbano. Esa costumbre diaria de compartir un helado imaginario con su hija se había vuelto una especie de oración, una plegaria de amor y nostalgia. "¿Cómo está el helado hoy, mi cielo?" preguntaba Tato, la pregunta era tan constante como el correr del tiempo, y tan necesaria como el aire que llenaba sus pulmones. "El helado de frutilla es lo más, papá. Es fresquito, dulce, es como cuando jugamos con los globos de agua en verano," le contaba Ludmila, su risa tan contagiosa como siempre, "y el de dulce de leche... es como cuando me das un abrazo re grande en pleno invierno." Y en ese momento, a cientos de kilómetros de distancia, Tato podía sentir el estallido de la frutilla en su boca, el dulzor del azúcar que se mezclaba con la frescura de la fruta. Podía saborear el dulce de leche, tan familiar y tan lejano, como un abrazo perdido en el tiempo. Su lengua, aunque privada de la realidad del sabor, bailaba al ritmo de las palabras de Ludmila, recreando en su mente aquel delicioso manjar. Era un acto de resistencia, una afirmación de su humanidad en un lugar que intentaba borrarla. Era un acto de amor, un lazo irrompible que unía a un padre y una hija a pesar de las barreras físicas. Y era un acto de esperanza, un sueño compartido de un futuro más dulce. "Algún día, Ludmi," decía Tato con una sonrisa en su voz, "algún día voy a poder probar ese helado de posta, a tu lado. Y va a ser el helado más dulce que haya probado nunca." Ese "algún día" resonaba en el silencio de la celda, un eco de promesas y sueños, un canto de libertad. Como un susurro que se convierte en un rugido, la noticia se esparció por la cárcel de Barton, rebotando en las paredes descascaradas y tejiendo historias en cada celda. "Levité", un emprendimiento llevado adelante por los propios presos, estaba por abrir un almacén. Pero no era solo un almacén, era una promesa, un destello de esperanza en medio de la oscuridad. Levité buscaba recuperar algo más que dignidad, buscaba devolver derechos, y para Tato, el helado, ese postre celestial que había sido una fantasía lejana durante años. Cuando Tato le contó a Ludmila, su voz temblaba de emoción, la alegría se desbordaba, inundando la pequeña celda y alcanzando a su hija a kilómetros de distancia. La risa de Ludmila resonó en el corazón de Tato, sus carcajadas eran luces chispeantes que iluminaban las sombras del encierro. El día llegó. El Almacén Solidario Levité abrió sus puertas y Tato, con las monedas que había ahorrado en su billetera virtual, compró su primer helado en años: frutilla y dulce de leche, los mismos sabores que saboreaba en su mente durante las llamadas con Ludmila. El preso, de Levité, que repartía los helados le entregó el suyo. Tato lo miró con una gratitud que traspasó palabras, "Voy a compartir este helado con mi hija", le dijo con la voz cargada de emoción, "Hace años que estoy preso y no pruebo un helado. Te agradezco mucho, de verdad." En su celda, con el celular en la mano, Tato saboreó su primer helado en años. Aunque estaba solo, en su corazón, estaba sentado junto a Ludmila, compartiendo ese helado, compartiendo ese momento. Cada bocado era un suspiro de libertad, cada cucharada, un renacer de la dignidad. El sabor era como un abrazo de Ludmila, un abrazo que trascendía la distancia y las barreras, lleno de amor y esperanza. Esa tarde, en la celda de Tato, la esperanza se volvió tangible, se volvió helado de frutilla y dulce de leche. Un testimonio dulce y frío de que, incluso en los lugares más oscuros, la luz puede encontrar su camino. Las noticias de los diarios han sacudido los cimientos de la prisión, creando una marea de conjeturas que se esparcen como fuego en la maleza entre los presos. En los pasoductos, dos versiones opuestas flotan como susurros, tejiendo un entramado de esperanza y temor. Se rumorea que la tipificación de la causa de Tato ha experimentado un giro, pero nadie puede afirmar con certeza si eso implica una posible absolución que abriría las puertas de la ansiada libertad, un oasis en medio del desierto de barrotes y muros, o si, por el contrario, la situación se ha agravado y su destino es un inminente traslado a una cárcel federal, donde los celulares están prohibidos y las esperanzas parecen desvanecerse. La incertidumbre se respira en el ambiente, los corazones laten al ritmo de la expectativa, mientras Tato se debate entre la esperanza y la incógnita que rodea su futuro. -"¿Lo estarán liberando?" -"No, seguro lo están trasladando a una cárcel federal." -"¡Qué suerte tiene, si lo liberan!" -"Espero que tenga suerte, pobre hombre." El corazón de Tato late con fuerza mientras escucha los pasos resonantes de los borceguíes acercándose a la puerta de reja de su pabellón. Su nombre y apellido se escapan de los labios del oficial Urquiza en un grito que corta el aire. El mundo se detiene por un instante, como suspendido en la eternidad. -"¡Antonio Velázquez!" El silencio se rompe con esas palabras, las voces se desvanecen y los murmullos se disipan. Tato, paralizado por la incertidumbre, se aferra al umbral de su celda. Las emociones se entrelazan en su interior, mezclando el anhelo de libertad con el temor a lo desconocido. El destino se encuentra a solo unos pasos de distancia, pero Tato duda en cruzar ese umbral, en enfrentar su destino. -"¿Qué crees que le espera, Juan?" -"No sé, Carlos, pero ojalá sea lo mejor para él." -"Esperemos que sea liberación, se lo merece." -"¡Vamos, Tato!" El silencio se apodera del pabellón, solo interrumpido por la respiración agitada de Tato. El suspenso se cierne sobre él como una sombra impenetrable, mientras el futuro se despliega ante sus ojos. Tato, con el corazón latiendo con fuerza, finalmente da un paso adelante y sale de su celda. El oficial Urquiza se encuentra frente a él, mirándolo con seriedad. -"¿Es usted, Antonio Velázquez?" pregunta el oficial Urquiza. Tato asiente con determinación y responde: "Sí, soy yo." El oficial Urquiza sostiene en sus manos un sobre sellado. Un halo de misterio se cierne sobre ellos mientras el oficial rompe el sello y extrae una notificación. -"Tengo una notificación del juzgado para usted," dice el oficial, su voz cargada de enigma. El corazón de Tato se acelera, su respiración se vuelve entrecortada. ¿Será la notificación de su liberación o el anuncio de un traslado? Las palabras quedan suspendidas en el aire mientras el sobre se abre lentamente. Tato sostiene su aliento, esperando el veredicto del destino. El oficial Urquiza examina detenidamente el contenido del sobre, su rostro imperturbable. Un instante eterno se extiende entre ellos, como si el tiempo mismo se hubiera detenido. Finalmente, el oficial Urquiza levanta la mirada y se encuentra con los ojos expectantes de Tato. Un brillo de compasión y enigma se refleja en sus ojos. -"Tato Velázquez, he recibido una notificación del juzgado. ..." El oficial se detiene, dejando la frase sin terminar. El corazón de Tato se agita en su pecho, la incertidumbre le consume. ¿Qué noticias le aguardan en ese pedazo de papel? Sus pensamientos se dirigen a Ludmila, su pequeña hija que espera ansiosa sus llamadas todos los días. El deseo de estar a su lado, de poder abrazarla y verla crecer sin las barreras de la prisión, se intensifica en su mente. El destino de Tato se entrelaza con el de Ludmila, y en ese momento de espera, su esperanza y temor se fusionan en un torbellino de emociones. –FIN–
En las sombrías profundidades de NOLandia, el terror se cierne sobre cada rincón. El eco del "NO" retumba en nuestras almas, un recordatorio constante de nuestra impotencia. Los Señores del NO gobiernan con mano de hierro, negándonos toda libertad y sometiéndonos a su cruel voluntad.