¿ESCLAVAS Y ESCLAVOS en Cárceles Bonaerenses?

¿ESCLAVAS Y ESCLAVOS en Cárceles Bonaerenses?

Cualquier parecido con la realidad podría no ser coincidencia.

Lo que leerás a continuación es, por supuesto, una ficción. O al menos, quiero creer que lo es. Me cuesta imaginar que el Ministerio de Justicia permitiría que personas privadas de libertad en la provincia de Buenos Aires sean tratadas de una manera que podría considerarse una forma moderna de esclavitud. Sin embargo, lo que sigue podría hacer cuestionar cuán ficticia es realmente esta narrativa.

Explotación Laboral en las Cárceles

"Estas prácticas vulneran directamente los principios básicos de los derechos humanos. La Constitución Nacional y los tratados internacionales, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, prohíben el trabajo forzado y promueven la dignidad humana. La explotación laboral en las cárceles de Buenos Aires va en contra de estos principios fundamentales, exponiendo una grave violación de los derechos de los presos y presas."

Tareas Inhumanas y Condiciones de Trabajo

En cárceles de la provincia de Buenos Aires, bajo la administración del Ministerio de Justicia, los presos y presas realizan tareas esenciales para el funcionamiento diario de estas instituciones sin recibir ninguna remuneración. Son ellos y ellas quienes se encargan de mantener y reparar las instalaciones de la cárcel, incluyendo tareas tan duras como el mantenimiento de las cloacas. Sin guantes ni protección, deben destapar y limpiar las cloacas a mano. Esta labor no es opcional; cuando las cloacas se tapan, tienen que acudir a cualquier hora del día o de la noche. A veces, incluso deben meterse de cuerpo entero en las cloacas más grandes. Al regresar al pabellón, no se les permite asearse, y se ven obligados a irse a dormir en esas condiciones, cubiertos de suciedad. No solo es una forma de esclavitud, sino también un reflejo de un desprecio total hacia su dignidad.

Además, los presos y presas son responsables de la gestión de la basura. Recolectan los tachos de basura de cada pabellón, los cargan en carros y los llevan hasta los contenedores principales de la cárcel, recorriendo largas distancias sin ningún tipo de protección. Esta tarea, repetitiva y agotadora, los expone constantemente a condiciones insalubres y a riesgos físicos.

En cuanto al traslado de objetos pesados, las presas se encargan de mover pertenencias o muebles dentro de la cárcel. Son ellas quienes arrastran pesados muebles, como las camas de hierro, a lo largo de más de 200 metros. Sin ayuda ni herramientas adecuadas, este trabajo les causa lesiones y un cansancio extremo.

La descarga de mercadería es otra de las tareas impuestas a los presos y presas. Ellos son quienes descargan los camiones que llegan a la cárcel, manejando cargas pesadas como bolsas de papas, harina, y medias reses. Sin equipo de seguridad ni capacitación adecuada, estas tareas representan un riesgo significativo para su salud y bienestar.

Los presos y presas también actúan como electricistas, albañiles, pintores, y herreros y herreras. Son responsables de mantener y reparar las infraestructuras de la cárcel, trabajando en condiciones peligrosas y a menudo sin las herramientas adecuadas. Herreros y herreras reparan rejas, puertas y ventanas para la cárcel, mientras que pintores y albañiles mejoran las instalaciones con el mínimo de materiales disponibles.

En la cocina de la cárcel, cocineros y cocineras presos preparan las comidas para toda la población carcelaria. Desde la elaboración de pan hasta la preparación de grandes ollas de comida, estos presos y presas trabajan largas horas, sin descanso, y sin recibir ninguna compensación.

Presión y Castigos

En cada una de estas tareas, los presos y presas están bajo constante presión para cumplir con las expectativas de los y las penitenciarias. Cualquier falla o trabajo considerado insuficiente resulta en maltratos y castigos, reforzando el ambiente de explotación y miedo en el que se encuentran. Estas prácticas no solo violan sus derechos humanos, sino que también los mantienen en una constante situación de estrés y subordinación.

Además, algunos y algunas cortan el pasto y mantienen los parques para que todo se vea "lindo" cuando hay recorridas o inspecciones. El uso y mantenimiento de las máquinas desmalezadoras, incluyendo la compra del combustible, el mantenimiento y otros gastos necesarios, corre a cargo de los propios presos y presas. Otros y otras están asignados a tareas de servidumbre en las "materas" de los pabellones y en las oficinas de los jefes y jefas, donde preparan desayunos, incluyendo tortas fritas, café y otras comidas. A menudo, también tienen que conseguir por su cuenta los ingredientes adicionales necesarios, recurriendo a las pocas provisiones que reciben de sus familias.

Gracias a su trabajo, el resto de la población carcelaria vive en condiciones un poco menos adversas. Además, cuando hay inspecciones o recorridas por la cárcel, estos presos y presas son sacados obligatoriamente temprano para asegurar que las instalaciones estén limpias y presentables, mostrando así la dependencia de la administración carcelaria en su trabajo.

Es fundamental señalar que estos presos y presas están siendo explotados, obligados a realizar estas tareas sin compensación adecuada, sin condiciones de seguridad ni derechos laborales. Esta situación constituye una clara violación de sus derechos humanos y una explotación inaceptable de su trabajo y esfuerzo.

Razones detrás de la aceptación de esta explotación

Estas prácticas, lejos de ser un beneficio para los presos y presas, perpetúan un sistema de explotación y dependencia. Aunque a primera vista la sumisión a estas tareas podría parecer voluntaria, la realidad es que está motivada por una combinación de desesperación y necesidad. En un entorno carcelario donde las condiciones de vida son extremadamente duras, cualquier oportunidad de escapar de la monotonía y el sufrimiento diario se percibe como un resquicio de humanidad.

Los presos y presas a menudo se ven obligados a aceptar estos trabajos forzados por varias razones. Primero, la posibilidad de pasar más tiempo fuera de las diminutas celdas es un incentivo poderoso. Estar fuera de esas celdas significa un respiro de la opresión del encierro constante, y cualquier actividad, por degradante que sea, se convierte en una oportunidad para experimentar algo diferente.

Finalmente, el simple deseo de sentirse útiles y hacer algo productivo en un ambiente que despoja a las personas de su dignidad y sentido de propósito también impulsa a muchos y muchas a aceptar estas condiciones de explotación. Atrapados en un ciclo interminable de trabajos forzados, los presos y presas son explotados sin fin, con la esperanza de encontrar algo de alivio o mejora en su situación.

Impacto en la salud mental

En este escenario, la situación de explotación y las condiciones precarias de trabajo tienen un impacto devastador en la salud mental de los presos y presas. La constante presión de realizar tareas peligrosas, la falta de seguridad y la explotación sin recompensa crean un entorno de estrés crónico y ansiedad. Además, el aislamiento y la falta de apoyo emocional agravan los problemas de salud mental, llevando a muchos y muchas a experimentar depresión y otras enfermedades mentales.

Estar obligado u obligada a realizar estas tareas, sin derechos ni opciones, alimenta sentimientos de desesperanza y desamparo, contribuyendo a la deterioración del bienestar psicológico. La falta de oportunidades reales de desarrollo personal y la ausencia de un sistema de apoyo adecuado perpetúan un ciclo de sufrimiento y deshumanización, dejando a los presos y presas en una situación de vulnerabilidad extrema.

El impacto psicológico de la explotación no termina en las cárceles; sigue a los presos y presas mucho después de su liberación, afectando su capacidad de integrarse en la sociedad y encontrar empleo digno. La falta de oportunidades reales de desarrollo personal durante su tiempo en prisión agrava esta situación, perpetuando un ciclo de pobreza y exclusión social que es difícil de romper.

Coerción y manipulación en los informes a los juzgados

El sistema penitenciario utiliza una táctica inquietante y coercitiva al emitir informes sobre los presos y presas a los juzgados. Si un preso o presa no participa voluntariamente en estas tareas laborales, el informe dice que la persona "no ha aceptado desarrollar actividades en la oferta laboral que el servicio brinda". Esta práctica, que enmascara la falta de opciones reales bajo un supuesto libre albedrío, es una manera de obligar a los presos y presas a someterse a trabajos forzados.

Conclusión

Todo lo anterior suena como una ficción, pero, ¿realmente lo es? Sería inquietante pensar que algo así pudiera estar ocurriendo en alguna cárcel de la provincia de Buenos Aires. Pero si estas condiciones realmente existieran, constituirían una violación grave de los derechos humanos y una explotación inaceptable de las personas privadas de su libertad.

Invitación al lector o lectora

Si alguna vez has escuchado historias similares o si crees que esta narrativa ficticia refleja la realidad de alguna institución, nos encantaría conocer tu opinión o recibir tus comentarios. ¿Podría ser que esta historia sea más que una simple ficción? Escríbenos a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Testimonios “Ficticios” desde el Encierro

Las siguientes entrevistas podrían haber sido realizadas a través de WhatsApp para preservar la seguridad de las personas involucradas. Los nombres podrían haber sido cambiados y no se especificarían las cárceles en las que se encuentran para evitar posibles represalias. Estos testimonios ofrecerían una visión directa y cruda de las condiciones de trabajo y la realidad cotidiana de los presos y presas en las cárceles de la provincia de Buenos Aires.

Entrevista con Ana, Presa Cloaquista

Entrevistador: Hola, Ana. Gracias por hablar conmigo. ¿Podés contarme qué tarea realizás en la cárcel?

Ana: Hola. Sí, acá soy cloaquista. Con dos compañeras más, cada vez que se tapan las cloacas, nos toca destaparlas.

Entrevistador: ¿Y cómo se enteran de que las cloacas están tapadas? ¿Es algo voluntario?

Ana: No, voluntario no. Cuando se tapan, las encargadas vienen y nos dicen que vayamos, sea la hora que sea.

Entrevistador: ¿Y cómo es el trabajo? ¿Qué tienen que hacer?

Ana: Es un laburo de mierda. A cualquier hora nos llaman, y tenemos que ir sin nada de protección, ni guantes ni nada. Metemos las manos, usamos mangueras y alambres pa destapar, pero hay veces que nos tenemos que meter enteras en las cloacas grandes. Salimos llenas de mierda, y a veces ni nos dejan bañarnos después. Nos mandan directo a la celda, y hasta el otro día no podemos limpiarnos.

Entrevistador: ¿Y el servicio no les da guantes, botas, mameluco, barbijos?

Ana: No, nada de eso. Todo a pulmón, como estamos. Nos las arreglamos con lo que hay.

Entrevistador: ¿Y por qué lo hacés, Ana? ¿Qué te motiva?

Ana: Lo hago pa no estar encerrada en la celda todo el día. Y porque dicen que si hago esto, capaz me dan un informe positivo pa ver a mis hijos, pero nunca pasa nada. Es la única forma de sentir que hago algo y salir un poco, aunque sea así.

Entrevista con un Preso Trabajando en la Matera

Entrevistador: Hola, ¿cómo estás? Quiero hacerte unas preguntas. ¿Te parece bien?

Preso: Mirá, antes de empezar, decime dónde vas a escribir todo esto. No pongas ni mi nombre ni mi apodo, ¿eh?

Entrevistador: Tranquilo, va a ser anónimo. Quiero entender un poco más de lo que hacés en la matera.

Preso: Bueno, mirá, me sacan a las 6 de la mañana. Me mandan al depósito a buscar harina y grasa para hacer tortas fritas o bizcochitos. Si en la panadería hicieron bizcochitos, traigo eso. Si no, también traigo levadura y los hago yo. Les preparo el desayuno a unos 9 oficiales. 

Entrevistador: ¿Los empleados traen algo de mercadería para contribuir?

Preso: No, nada. Todo lo saco del depósito, de lo que hay para nosotros. Si no hay, tengo que manguear a los otros presos. A veces, cuando los que trabajan en depósito o en panadería vuelven a sus pabellones, les secuestran la mitad de lo que traen. Si falta algo, tengo que ir al pabellón a manguear. A veces falta azúcar o lo que sea.

Entrevistador: ¿Y por qué hacés esto? ¿Cuál es tu motivación?

Preso: Lo hago para no estar tan encerrado, viste. Además, me consiguen las visitas más rápido, no me hacen esperar para salir a visita o a sanidad. Y si necesito algo, ellos me lo tramitan al toque, vo sabé.

Entrevistador: ¿Y comés con ellos?

Preso: ¡No, ni en pedo! Me echan a la mierda. Si sobra algo después de que ellos coman, capaz como. Pero la mayoría de las veces no queda nada. Algunos vigilantes ratas, si sobra, se lo llevan.

Entrevista con Chicas Trabajando en la Descarga de Camiones

Entrevistador: Hola, chicas. Gracias por hablar conmigo. ¿Me pueden contar qué tareas realizan aquí en la cárcel?

Chica 1: Mirá, nosotras descargamos los camiones, principalmente de papas y harina. Es un laburo pesado, pero bueno, nos tocó a nosotras.

Entrevistador: ¿Y por qué las eligieron a ustedes para este trabajo? ¿Cómo es que se meten en estas tareas?

Chica 2: Porque nos ven como varones, ¿entendés? Las penitenciarias se aprovechan de eso. Dicen que si nos sentimos como varones, podemos hacer trabajo de varones. Nos mandan a descargar porque somos fuertes y no nos quejamos. Además, es como que prefieren no mezclar a las demás chicas en esto.

Entrevistador: ¿Les dan alguna protección para descargar los camiones? ¿Guantes o algo?

Chica 1: No, nada. Así como estamos. Bajamos las bolsas de harina, las bolsas de papas, sin guantes ni nada. Y si te hacés un corte, jodete. Las penitenciarias se hacen las boludas.

Entrevistador: ¿Y por qué siguen haciendo esto?

Chica 2: Porque si no, te dejan encerrada. Por lo menos así nos movemos, hacemos algo. Y también nos tratan un poco mejor. Nos dejan ir a sanidad cuando necesitamos.

Entrevistador: ¿Y hay algún otro beneficio que obtengan por este trabajo?

Chica 1: Más que nada, nos dejan en paz. No nos rompen tanto las bolas. Pero fuera de eso, no hay mucho beneficio. Nos dejan hacer nuestro trabajo y listo, pero saben que no vamos a decir nada porque nos dan ese trato un poquito mejor.

Posibles recomendaciones para el Cambio

Si estas vulneraciones de derechos realmente estuvieran ocurriendo, sería imperativo considerar la implementación de cambios significativos. Podría ser recomendable establecer programas de trabajo remunerado que respeten las leyes laborales y proporcionar equipos de protección adecuados para todas las tareas. Además, podría ser esencial permitir y fomentar la participación de cooperativas de trabajo y emprendimientos autogestionados dentro de las cárceles. Garantizar un trato humano por parte de los empleados y empleadas penitenciarias y establecer una supervisión independiente de las condiciones laborales y de vida en las cárceles podrían ser medidas fundamentales. Implementar estas medidas no solo podría mejorar las condiciones actuales, sino que también podría contribuir a una integración social más efectiva, brindando a los presos y presas la posibilidad de reconstruir sus vidas con dignidad y propósito.

Quiero aportar mi granito de arena para transparentar lo que ocurre tras los muros. Este es solo el primero de una serie de artículos en los que busco mostrar la cruda realidad desde adentro, dando voz a quienes estarían sometidos a condiciones inhumanas y trabajos forzados.

Este artículo contó con la colaboración directa de un preso y dos presas bonaerenses, Ariel, Paola y Pamela, quienes compartieron su “imaginación” y experiencias para la creación de esta narrativa.

Te invito a seguir leyendo y a conocer más sobre estas historias en mi blog: www.xavieraguirreal.com

------FIN------

Desde alguna cárcel bonaerense, agosto de 2024

Artículos relacionados