PREFACIO
En las sombras del encierro, madres e hijos buscan luz. 'Cadenas Maternas' revela sus luchas y esperanzas en un mundo olvidado.
La tarde en que Valeria fue detenida aún estaba fresca en su memoria. El sol brillaba intensamente sobre Puerto Dorado, una ciudad argentina, y en su humilde hogar, Valeria estaba ocupada preparando la comida para Sofía. De repente, la puerta fue derribada y varios oficiales entraron, acusándola de posesión y venta de drogas.
"¡No he hecho nada malo!", gritó Valeria, mientras uno de los oficiales la esposaba y otro intentaba calmar a Sofía, que lloraba desconsoladamente. Pero sus súplicas cayeron en oídos sordos. Fue arrestada y acusada de narcotráfico, un delito que no cometió, pero que su marido había dejado en sus manos.Las gotas de lluvia golpeaban con fuerza los techos del Centro de Detención "La Redención", donde Valeria, ahora una reclusa, vivía con su hija Sofía, de apenas un año y cinco meses, observaba por la ventana de su celda cómo las gotas se deslizaban, cada una llevando consigo un recuerdo, un anhelo, una esperanza. A pesar de su corta edad, Sofía ya había aprendido a caminar por los fríos pasillos de piedra, sosteniendo la mano de su madre, ajena a la realidad que la rodeaba.
El ambiente en el centro era opresivo. Las guardias, con sus uniformes oscuros y miradas severas, patrullaban los corredores. "¡Otra vez llorando, Valeria! ¿Qué esperabas?", gritó una de ellas, mientras Valeria intentaba consolar a su pequeña Sofía, quien había tropezado con una piedra suelta.
"¡Silencio!", gritó otra guardia, "¡Hoy es el Día del Niño y no quiero escuchar ni un solo llanto!".Tomás, el hijo de Mariana, se acercó a Sofía con un juguete roto en la mano. "Mira, Sofi, encontré un auto", dijo con una sonrisa inocente, mostrando un juguete descolorido y sin una rueda.
Sofía lo miró con ojos brillantes, "¿Podemos jugar afuera con él?", preguntó, imaginando un parque soleado y lleno de niños jugando.
Valeria suspiró, "Aquí no hay un afuera como el que recuerdas, cariño. Pero podemos jugar aquí, en el pasillo".
Mariana se unió a la conversación, "Tomás siempre me pregunta por qué no podemos ir al parque como antes. Es difícil explicarle".
Valeria asintió, "Sofía es más pequeña, pero temo el día en que me haga esas mismas preguntas".
Los días eran monótonos. Las madres intentaban crear una rutina para sus hijos, con juegos improvisados y canciones. Pero la realidad del encierro siempre estaba presente. Las rejas, los guardias, la falta de espacio al aire libre. Todo era un recordatorio constante de su situación.
Esa tarde, el centro organizó un evento especial para el Día del Niño. Payamédicos, con sus coloridos trajes y maquillaje, intentaban arrancar sonrisas a los niños. Pero detrás de esas risas, había un dolor palpable. Una abuela lloraba en un rincón, mientras su nieta jugaba inocentemente.
"¿Por qué la abuela llora?", preguntó Tomás, mirando a la anciana con ojos curiosos.
"Porque está feliz de verte jugar", mintió Mariana, intentando proteger la inocencia de su hijo.
A medida que avanzaba la tarde, las madres se reunían en pequeños grupos, compartiendo historias y consolándose mutuamente.
La noche caía, y las madres regresaban a sus celdas. A medida que el silencio se apoderaba del lugar, Valeria tomó a Sofía en sus brazos y la acunó. Las lágrimas rodaban por sus mejillas mientras susurraba una canción de cuna. Mariana, desde la celda vecina, escuchaba y se unía en un suave canto.
Esa noche, mientras las madres y sus hijos dormían, un rayo de luna se coló por las ventanas de las celdas, iluminando sus rostros llenos de esperanza. A pesar de la oscuridad y el frío de las celdas, un rayo de esperanza brillaba en sus corazones, alimentando el sueño de un mañana mejor para sus hijos. Porque, incluso en los momentos más oscuros, el amor y la esperanza siempre encuentran una manera de brillar.
Nota del autor: El narcotráfico ha dejado cicatrices profundas en la sociedad de Puerto Dorado y en muchas otras comunidades. Las mujeres vulnerables, a menudo atrapadas en situaciones desesperadas, se ven empujadas a roles que no eligieron, convirtiéndose en víctimas de un sistema que las margina y las castiga. La historia de Valeria es un recordatorio de que, detrás de cada estadística y titular sobre el narcotráfico, hay historias humanas, vidas rotas y sueños aplastados. Es esencial que la sociedad reconozca y aborde estas realidades, ofreciendo apoyo y comprensión en lugar de juicio y castigo.
Basado en hechos reales, escrito por Xavier Aguirreal en agosto de 2023.
Inspirado en https://www.infobae.com/gente/lo-ultimo/2018/09/01/asi-conviven-madres-e-hijos-tras-las-rejas-nos-arrepentimos-por-nuestra-culpa-ellos-tambien-estan-presos/